viernes, 24 de julio de 2009

Parrafada


El sábado nos levantamos a las 4:30 de la mañana para hacer el primer viaje al norte de India. Fuimos a Rishikesh, a 300 kilómetros al norte de Delhi. Coincidió con una de las celebraciones que mueve mas gente al año, que es cuando suben indios de todas las ciudades del país vestidos de naranja para recoger agua del Ganga (Ganges) en dos tinajas y bajarlas a Delhi para ofrecerselas a Shiva.
Alquilamos un coche con driver para todo el fin de semana, que sale una burrada de barato y llegamos allí a las 11 de la mañana. Arancha y Borja no vinieron porque Borja estaba enfermo asi que fuimos Marta, Violeta y dos amigas de Arancha que han venido a pasar unos días. El primer día nos dedicamos a dar un par de vueltas por el pueblo y ver por primera vez el Ganga, que pasa por en medio. No nos pudimos dar ningún bañito ya que si no eras naranjito nos multaban, donde si nos dimos un baño fue en la piscinita que tenia el hotel en la terraza.
Al día siguiente nos fuimos de trekking. Al principio teníamos pensado ir solo Marc y yo pero al final se apuntaron las otras cuatro. A parte de alguna que no paró de quejarse en todo el rato o de comentarios tipo “el camino no está acondicionado para turistas” estuvo muy bien. El driver nos dejó a todos nosotros y a los dos guías en un templo hindú a 1650 metros y a partir de allí bajamos hasta Rishikesh. El camino duró 6 o 7 horas con unas vistas espectaculares del Himalaya, pasando por valles enteros de campos de arroz y siguiendo un río que a mitad de camino caía en una cascada de unos 20 metros con un laguito en el que nos bañamos los dos guías y yo. Al despedirnos de los guías uno de ellos me dio su mail para que le enviara las fotos.
A pesar de lo que me gustó el trekking subir a Rishikesh valió la pena solo por la comida. La comida del restaurante del hotel estaba tan tan buena que comimos y cenamos los dos días allí. Tenia que recuperar todo lo que perdí en mis dos días de ayuno cagón así cada vez que íbamos me pedía tres platos sin saber lo que eran y cada cosa que me trajeron estaba mas buena que la anterior. Tan solo 1200 rupias por comida los 6, unos 3 euros y medio cada uno.
La vuelta en coche fue lo único malo del viaje. Salimos a las 20h de Rishikesh y llegamos a Gurgaon a las 4:30 de la mañana. Avanzábamos adelantando sin sitio y tocando con camiones y coches una vez de cada tres adelantamientos. En uno de estos el driver tuvo que dar volantazo y nos derrapó el coche. Muy emocionante todo. La carretera estaba llena de peregrinadores naranjitos y a esas horas iban casi todos bebidos y hubo un momento que empezaron a pegar con palos al coche y se acojonaron todos menos yo, no por ser un machote sino porque era el único que dormía.
El lunes era fiesta en India así que no había cole, y nos quedamos descansando del viaje en casa de Arancha hasta el mediodía, que nos fuimos Marc y yo a la aldea.
Para llegar a la aldea lo normal es parar un tuc-tuc o un Rickshaw pero hace unos días fuimos en un tuc-tuc que el conductor era muy majete y no se callaba y le dijimos que si nos cobraba 100 rupias por trayecto, algo menos de lo habitual para blanquitos pero una pasta para él, le llamaríamos siempre que hiciéramos el trayecto casadeArancha–aldea o viceversa. Así que fuimos con Vinod a la aldea pero nos paramos un poco antes de llegar para comer en un restaurante y porque nos dimos cuenta de que Vinod iba borracho. Llámalo intuición, llámalo que hacia eses, vizqueaba y olía a alcohol.
El martes llegaron las tres nuevas voluntarias, las tres profesoras de Madrid y a primera vista bastante majas. Cristina, Belén y Laura. Bueno Laura no. Ahora se llama Lara, ya que nuestros vecinos nos aconsejaron que le cambiáramos el nombre, porque laura en hindi significa según sus propias palabras “la cosa que distingue al hombre de la mujer”, y si está al otro lado de la calle y la llamas gritando se ve que te la juegas porque aquí es una palabra bastante fuerte. Por la tarde Rajesh y su hermana me enseñaron a preparar chapatti, el pan parecido a las tortitas que comen aquí cada día para desayunar, comer y cenar, sin excepción. Asi pues fue la primera noche que comimos chapatti casero.

El miércoles fuimos Anil el marido de Rina, Marc y yo a una reunión aquí en Rajeev Nagar con el propietario de todo el inmenso solar que hay detrás de la calle principal y el mercado para ver si podíamos llegar a un acuerdo sobre un trozo de solar. Nos gustó una esquina del solar de 150 m2, por el precio, 18500 rupias la yarda cuadrada, 44000 y pico euros por todo el solar, lo más barato que hemos encontrado hasta ahora, Y segundo porque hacía esquina con dos calles, lo que te asegura dos paredes del edificio que no estarán en medianera y que tendrán luz, una de las cosas que más nos preocupa porque al día se va la luz en la aldea una media de cuatro veces y tarda en volver hasta tres horas. El tipo nos dejaba reservarlo dos meses, lo que no nos sirve de nada, o indefinidamente si le adelantábamos un 10% del precio total del solar, 4400 y pico euros. Por la tarde nos acercamos al amago de cibercafé que hay en la calle principal
para hacernos fotocopias del pasaporte y del visado. NooooooooOOO!!! Nos tiramos sobre el tío a cámara lenta y en plancha porque estaba arrancando del pasaporte la página del visado para hacer la fotocopia mejor. Los indios tienen la capacidad de no dejar nunca de sorprenderte.
Al día siguiente volvimos a tener una reunión con el del solar y tras regatear un poco conseguimos que nos dejara la reserva del solar en solo el 5%, 2200 euros, que tendremos que conseguir antes de dos meses. Además ya nos ha dado la llave de la puerta del solar y a partir de ahora la podemos usar como recreo de los niños, porque una de las profes (de educación física) ha traido un saco lleno de pelotas, dianas, cometas…y hasta ahora los niños no tenían recreo. También nos enteramos de porque nos pone tantas facilidades en la compra del solar, resulta que se presenta para alcalde de Rajeev Nagar y para él que construyan una escuela de una ONG en su terreno le favorece, por la obra social y porque se crea empleo que genera dinero y se queda circulando por la aldea. Después de la reunión fuimos a comprar todos los utensilios de cocina necesarios para preparar chapatti; atta (la harina especial), tabba (una espécie de sartén), rodillo, tabla, etc. Marc y yo nos empezamos a partir cuando, saliendo de una tienda, vimos una espécie de cartel electoral colgando de un poste con la cara del propietario del solar. También fuimos con Anil a Sáhara Mall a comprar internet inalámbrico para poder trabajar en la aldea. Lo necesitábamos a él porque si no eres indio no puedes comprarlo, lo mismo que nos pasó con el móvil. Por la tarde fuimos Arancha, Violeta, Cristina, Belén, Lara, Marc y yo a comer a un restaurante aquí al lado en el sector 14 y a la vuelta nos pilló (por fin!) el monzón. Llegamos a casa como recién salidos de la piscina. Todas las calles de la aldea estaban inundadas porque no hay sistema de alcantarillado, y además se junta con lo que llega de las letrinas de las casas a la calle, porque tampoco hay cañerías, así que para llegar a casa tuvimos que andar con el agua de rosas hasta las rodillas. Cuando llegamos a casa nos bañamos las piernas en betadine, pero nos lo pasamos muy bien.

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